martes, 22 de julio de 2014

No te 'ahogues' en el coche: consejos para conducir bajo el calor

El calor puede convertirse en la mayor pesadilla del conductor durante los meses de julio y agosto. Proponemos algunos consejos básicos para no convertirnos en presas del 'ahogo' veraniego.
 
- Evitar las horas más calurosas: todos sabemos que el sol de las horas centrales del día en pleno julio y agosto puede llegar a ser insufrible. De hecho, según concluyen ciertos estudios, conducir un coche con más de 25 grados en su habitáculo provoca fatiga, estrés y sueño. La probabilidad de accidente en estos casos puede aumentar hasta un 17%, nada menos. ¿Solución? Si se puede, planificar el viaje para salir pronto por la mañana. El sol es menos agresivo y la temperatura mucho más agradable. Además, los kilómetros parecen cundir más cuando se madruga. Todo ventajas.
 
- 'Paradas en boxes': hasta la saciedad hemos oído hablar de la importancia de parar cada 200 km ó dos horas -más o menos- cuando circulemos por la carretera. Pero es que si esto es importante en cualquier viaje, más lo es aún en los desplazamientos veraniegos, ya que el calor aumenta el cansancio y la sensación de fatiga. Así que mejor tomarnos las cosas con calma, que para eso estamos de vacaciones. Una descanso para estirar las piernas y beber algo hidratante siempre es un acierto.
- Ambiente fresco, pero sin pasarse: bendito aire acondicionado y demás sistemas de climatización... Afortunadamente hace años que no tenemos por qué sufrir los rigores del calor del verano en nuestros desplazamientos. Pero ojo, esto no significa que convertir el coche en un congelador sea una buena idea. Además, la temperatura que a ti te conviene quizá no sea la que hace sentir cómodos al resto de pasajeros de tu coche. Trata de lograr un clima agradable, ni muy frío ni lo contrario. La idea es que no haya mucho contraste entre la temperatura exterior de la calle y la interior del vehículo, porque si no, el resfriado está asegurado.
 
- Nadie en el interior: cuando un coche queda aparcado no debemos dejar dentro niños ni animales. Sin excepción. Ni siquiera con alguna ventanilla ligeramente bajada. El habitáculo del coche se convierte en un hervidero en el que la temperatura sube por encima de los 50 grados en un abrir y cerrar de ojos. Y esto es algo imposible de soportar durante mucho tiempo. Así que los peques y los perros, en estos meses de calor, siempre contigo. Nunca se sabe lo largo que puede ser ese estacionamiento.
- Busca un buen lugar para aparcar: si es posible, pierde un par de minutos más buscando esa sombra tan ansiada. No es tontería, cuando vuelvas a tu coche te acomodarás en un espacio cuya temperatura estará 15 grados por debajo de lo que estaría si lo hubieras dejado al sol. Si no quieres abrasarte las manos al ponerlas sobre el volante o el pomo del cambio, prueba con un parasol para la luna delantera. A veces son muy antiestéticos, pero funcionan.
- Si circulas con un coche que ya tiene unos cuantos años a sus espaldas o con cierta tendencia a calentarse, debes saber que cuando el motor alcanza elevados niveles de temperatura y se muestra incapaz de refrigerarse, basta con poner la calefacción -y su ventilador- a tope para llegar al destino con garantías.
 
- Refrigerante: hay que hacerlo siempre, pero cuando las temperaturas son extremas, más aún. Comprueba el líquido refrigerante de tu vehículo antes de salir de viaje. No sólo debe haber un nivel adecuado sino que debe estar en buenas condiciones para que haga su efecto. Si fuera necesario, en cualquier gasolinera podrías abastecerte. Ya de paso, aprovechando que el capó está abierto, puede ser un buen momento para rellenar el depósito del líquido limpiaparabrisas. Los mosquitos veraniegos hacen que multipliquemos el gasto de este fluido.
- Ropa adecuada: Ir cómodo al volante es fundamental. Pero la comodidad no debe interponerse en la seguridad. Si hablamos de calzado, por muy cómodo que te parezca ir en chanclas a todos lados, cuando llega el momento de subirse al coche es mejor que las guardes, porque son enemigas de la conducción segura. El pie se puede resbalar y la suela quedarse enganchada por debajo de los pedales, algo que puede crear una situación ciertamente desagradable. Al volante, siempre, calzado cerrado.
 

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