Nada menos que 42 años han pasado desde que el mítico 'enfant' de la firma del rombo viera la luz. A algunos les costará creer que haya transcurrido tanto tiempo, pero lo cierto es que el Renault 5 nació en el año 1972. Más de cuatro décadas de éxito hablan por sí solas de un modelo que se ha ganado a pulso el título de clásico popular.
El simpático utilitario es de sobra conocido por todos, pero ¿de dónde proviene? ¿cuál es el origen de este coche de aspiraciones urbanas que logró cautivar a más de cinco millones de conductores? Indagando en su historia nos encontramos con que el pequeño Renault nació de la mente de Bernard Hanon, director de proyectos de la marca, quien en 1972 ideó un modelo que debía atraer la atención de la gente joven y, por qué no, también de las mujeres. La clientela de Renault respondía a otros perfiles y había llegado el momento de abrir nuevos campos entre la clientela potencial.
Sin más dilación se encargó el diseño a Michel Boué, que tomó como referencia un Renault 4 (sí, el cuatro latas) y jugó con los lápices hasta acabar creando lo que finalmente sería el R5. Al parecer en apenas dos días la idea ya había tomado forma. El nuevo utilitario medía 3,5 metros, tenía una carrocería monocasco de tres puertas, ofrecía espacio para cuatro adultos y, entre sus novedades más destacables, figuraban su motor ubicado en posición transversal, su respaldo trasero abatible y sus paragolpes de plástico capaces de absorber los impactos de manera más eficaz que los tradicionales metálicos. Eso sí, las primeras unidades que salieron de las cadenas de montaje aún contaban con ciertos detalles un tanto arcaicos, como la palanca de cambios ubicada en la parte alta del salpicadero, herencia del Renault 4.
Madurez y desaparición
Comenzó la producción y 14 países -Francia incluida- se encargaron de su ensamblaje. Entre ellos estaba España. De la planta de Valladolid salieron infinidad de unidades del Renault 5, mientras la fábrica de Palencia hizo lo propio con la segunda generación, denominada Supercinco, que salió al mercado en 1984. El primer R5 nacional fue un 950, al que se sumaron el TL en 1974, el GTL en 1975 y el TS en este mismo año. El último, que debe su nombre a la denominación Tourisme Sport, contaba con un motor 1.3 de 64 CV, que lograba unas prestaciones realmente buenas para la época. Hay que tener en cuenta que el pequeño Renault no pesaba más de 800 kilos, así que pocos caballos eran suficientes para que se moviera de forma ágil.Pero el R5 daba para más, mucho más. Sus ansias de velocidad fueron aumentando con los años y las primeras versiones con alma racing no se hicieron esperar. Primero hicieron acto de presencia los Alpine, después los Copa y finalmente llegó la locura con el Renault 5 Turbo, conocido popularmente por su apodo 'culogordo'. Ensanchado en su parte trasera hasta límites caricaturescos, esta versión tan especial contaba con motor central-trasero de inyección, 1.397 CC y unos impresionantes 160 CV que llegaban al suelo a través de las ruedas traseras. Sin duda, todo un icono de la deportividad que aún hoy es venerado por muchos. No obstante, sirvió como base para ciertas versiones que arrasaron en el mundo de las carreras en los años 80.
El tiempo fue pasando y en 1984 tocaba dar el relevo. Con 12 años a sus espaldas el Cinco dio paso al Supercinco, un modelo que trataba de respetar las líneas de diseño originales, pero adaptadas a los tiempos modernos. No fue fácil dar el salto, el proceso duró unos interminables seis años durante los cuales varias propuestas fueron tumbadas por no resultar del todo satisfactorias. Pero finalmente llegó. Y lo hizo con nuevos motores, mejoras en el apartado del equipamiento y un interior más amplio. En 1991 este icónico Renault cesaba su producción para dar paso al Clio, que inauguraba una nueva era en los utilitarios de la marca francesa.
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