lunes, 16 de junio de 2014

Con la llegada del Seat 600, todo se revolucionó

Hace cuatro décadas cesó la producción de uno de los mitos españoles de los años 50, 60 y 70. Desde estas líneas rendimos homenaje al modelo que motorizó a nuestro país cuando más lo necesitaba. Poco más de 20 CV servían para movilizar a toda una familia -suegra incluida- con su equipaje.
Corría el año 1950 cuando se constituía la Sociedad Española de Automóviles de Turismo (SEAT) con un capital de 600 millones de pesetas. Tres años después se inauguraba la primera fábrica de la Zona Franca de Barcelona y comenzaba la producción del Seat 1400, un coche elegante y de generosas dimensiones que fue homologado para dar servicio como taxi y cuya demanda llegó a crear una lista de espera.

La década de los 50 avanzaba y Seat ya estaba en marcha. Llegaba el momento de motorizar al país, ya que en aquel tiempo había una media de tan sólo tres coches... ¡por cada 1.000 habitantes! Lo que faltaba por llegar era, en efecto, el Seat 600. Lo hizo en 1957 y supuso una auténtica revolución. Conocido por muchos como 'el pelotilla', era una réplica del Fiat 600, cuyo diseño original pertenecía a Dante Giacosa. Este entrañable modelo se había dado a conocer al gran público en el salón de Ginebra de 1955 y en Italia se empezó a vender unos años antes que en España.

El nuevo y moderno medio de transporte de la clase media

El Seat 600 llegaba a nuestro mercado como la perfecta opción de compra para la clase media emergente de la época. Costaba 63.000 pesetas representaba la simplicidad y la practicidad sobre ruedas, es decir, justo lo que necesitaba el español medio de finales de los 50. Construido sobre una carrocería autoportante, nació con un motor de 4 cilindros y 633 cc, que más adelante creció hasta los 767 cc, con una potencia que varió de los 20 CV iniciales a los 28 CV de la última serie.
 
Parece mentira, pero tan pocos caballos eran capaces de transportar a cuatro pasajeros -alguno que otro más en la práctica- y a un sinfín de equipaje que, por lo general, iba ubicado en la baca del coche. Aquellos viajes sí que eran auténticas aventuras. El precario estado de las carreteras, el limitado nivel de prestaciones y una fiabilidad mecánica más que justita hacían que cada desplazamiento fuese una historia para contar. Pero ahí estaba el Seat 600, con sus 600 kilos de peso, moviéndose a 110 km/h -con viento a favor- por el asfalto de nuestra geografía, gastando unos 8 litros de carburante cada 100 kilómetros. Algo que por aquél entonces no llamaba la atención, pero que hoy haría llevarse las manos a la cabeza a cualquiera, ya que cualquier coche popular actual, quizá con el quíntuple de potencia, consume prácticamente la mitad.
Nuestro querido 600 es, además un claro ejemplo de supervivencia. Durante 17 años se mantuvo imperturbable en el mercado con apenas unos ligeros cambios mecánicos y con la modificación de la orientación en la apertura de las puertas. Qué pensaría el 'pelotilla' de los coches modernos, que pasan por tropecientos restyling durante su vida útil...
 
En 1973 su historia ponía fin en las cadenas de montaje. Pero sólo aquí, ya que el arraigo en las familias españolas sigue aún bien presente. Por nuestra parte, desde luego, no podíamos dejar de dedicarle unas líneas en esta sección al clásico popular por excelencia. Un modelo que a todos encandiló con su sencillez y su afán servicial. ¡Larga vida al 600!

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