martes, 2 de septiembre de 2014

Una joya única del automóvil: Bergholt Streamline

Hace poco hablaba del raro Phantom Corsair creado por el visionario hijo del imperio Heinz. Dentro de estas rarezas que ha dado el mundo del automóvil, el Streamline es una de las menos conocidas. Fred Bergholt fue un norteamericano que vivió los años 30, cuando la aviación y el automovilismo estuvieron más cerca que nunca. Magnates, visionarios y las propias marcas de coches aplicaron las técnicas de la cada vez más decisiva industria aeronáutica para crer el mejor automóvil, el coche del futuro.
Originario de Mineápolis, capital de Minesota, Bergholt tenía un gran interés en el campo de la aerodinámica y su aplicación en el diseño de carrocerías. En 1927, convencido de que sus conocimientos y experiencias podrían plasmarse en un vanguardista vehículo de cuatro ruedas, inició el desarrollo de su Streamline. Algo que se tomó con calma, pues tenía dinero suficiente para financiarse gracias a su propio y próspero negocio de productos cosméticos.
 
Su proyecto estuvo terminado en 1932 y para motorizarlo recurrió al sempiterno motor Ford V8, garantía de fiabilidad, potencia y respuestas contundentes. Muy avanzado en sus planteamientos, se adelantó incluso al futurista Pierce-Arrow Silver que se presentaría en el Salón de Nueva York en 1932. El revolucionario Tatra T77 checo, el primer automóvil con carrocería desarrollada en un túnel de viento.
 

De prototipo a coche anuncio

Convencido de su obra, Bergohlt ofreció su Streamline a los principales fabricantes norteamericanos. Pero la situación económica de la depresión y lo avanzado del proyecto hicieron que no prosperara su propuesta de fabricarlo en serie. De hecho, Chrysler sufrió en 1934 un sonado fracaso con su anticipador Airflow, que compartía ciertos conceptos técnicos con el Streamline.
Decidido a rentabilizar su automóvil, Bergholt lo dedicó a finales de los años 30 a promocionar por todos los Estados Unidos su línea de productos de belleza "Madam White". La llegada del espectacular automóvil y de las bellas ocupantes que promocionaban los cosméticos de Bergholt no dejaron indiferente a un país que, por segunda vez en ese siglo se preparaba para ir a una guerra mundial.
 
Ejemplar único, el Streamline acompañó el resto de su vida a Fred Bergohlt que, orgulloso, no quiso desprenderse nunca de su visionario automóvil. Después de su muerte en 1978, el coche durmió el sueño de los justos hasta su completa restauración, ya en el año 2006 del nuevo siglo. Pieza codiciada por los mayores coleccionistas, RM Auctions lo sacó a subasta en 2010 por un precio inicial de 82.500 dólares.
 

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