viernes, 15 de agosto de 2014

La historia del Seat 127: el coche que motorizó a los españoles en los 70

Hablar del Seat 127 es poner de relieve la historia de un coche que motorizó a la sociedad española de los años 70. Este pequeño utilitario, práctico y económico a partes iguales, llenó de simpatía las calles y carreteras de nuestra geografía.
 
En 1972 se presentaba en el Salón del automóvil de Barcelona una nueva creación española, el Seat 127. O más bien habría que decir italiana, ya que en realidad la Sociedad Española de Automóviles de Turismo lo que hizo fue fabricar este coche bajo licencia Fiat, como ya hubiera hecho anteriormente con el 600. El nuevo 127 fue idea del prolífico ingeniero Dante Giacosa y pasó a ser el primer tracción delantera heredado de la marca italiana. La carrocería, con un cierto toque coupé gracias a su caída descendente en la parte trasera, fue obra del diseñador Manzoni.
 
Con la década de los 70 casi recién estrenada había llegado al mercado un modelo que debía sustituir al 850 y, a la postre, al 600. El Seat 127 era el nuevo utilitario, un coche de reducidas dimensiones, cuyas aspiraciones iban más allá de la ciudad. Y es que aunque era eminentemente urbano, en la práctica se usaba para todo. Si lo comparamos con un modelo actual, es exactamente igual que un Seat Mii por tamaño. Hoy, a pocos se les ocurre moverse más allá de las calles con un vehículo de este tipo, pero por aquel entonces, un 127 se planteaba como una opción válida para hacer kilómetros en carretera con toda la familia a cuestas.

Pequeño, pero práctico y capaz

El 127 era práctico ante todo. Pequeño, pero muy capaz. Por ejemplo, a pesar de sus 3,5 metros de longitud, cuatro personas cabían con cierta holgura en su habitáculo. En este sentido podría compararse al Mini clásico en cuanto a aprovechamiento del espacio, ya que hasta un 80% del volumen del coche es aprovechable. Por otra parte, se ofrecía con carrocería de tres y cinco puertas, y su maletero con portón, además de práctico, ofrecía un buen volumen de carga.

 
Pero lo mejor del pequeño Seat era su dinámica. Si hoy lo vemos en los rallies de regularidad de clásicos es, entre otras, porque es un coche ágil y divertido de conducir. Es aquí donde reside gran parte de su encanto.
 
Respecto a los motores, había dos disponibles: uno de 903 cc y 45 CV y otro de 1.010 cc y 52 CV. Ya en la época se quedaban algo cortos por sus prestaciones, dado que la competencia estaba dotada de propulsores más desahogados. Sin embargo, eran válidos por su carácter económico y porque iban asociados a una caja de cambios de cuatro velocidades y desarrollos cortos, que apuraban hasta el último caballo a costa de perder en velocidad punta. En cualquier caso, y a pesar de que no alcanzaban velocidades especialmente altas, estos motores (especialmente el 903) son famosos por su querencia a subir de vueltas (tienen nervio en la zona alta, más allá de las 6.000 rpm) y por su sonido, infinitamente más bonito que el de muchos cuatro cilindros modernos.
 
Disponible en dos series, una que se vendió entre 1972 y 1977, y otra (el restyling) a partir de esa fecha, el Seat 127 finalmente cesó su producción en el año 1982 mientras daba paso al Seat Fura, su sucesor.

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